martes, 24 de julio de 2012


Migas de la abuela del Dani

Receta para 4 personas

Ingredientes:

500 gr. de sémola de trigo (suelen encontrarse muy fácilmente en la mayoría de supermercados en unos paquetes cilíndricos de 250 gr.)
Medio vaso de aceite de oliva virgen.
2,5 cucharaditas de postre de sal marina.
6 dientes de ajo.
2 guindillas  (opcional)
5 vasos de agua (mejor de manantial, mineral o de osmosis que del grifo)

Preparación

Se pone a calentar el aceite en una sartén y se añaden los dientes de ajo sin pelar cortados en trozos grandes y las dos guindillas. Cuando están dorados se apartan o se cuela el aceite. A continuación añadir al aceite caliente los cinco vasos de agua con cuidado de no quemarse y después se añade la sal. Remuévase y esperar con fuego vivo a que se ponga a hervir. Cuando el agua está hirviendo se añaden los 500 gr. de harina y se baja el fuego. Se va removiendo a fuego lento sin parar para que se disuelva bien. Pronto se hacen una especie de gañas que hay que ir removiendo. Poco a poco la masa se hace cada vez más espesa. Hay que continuar removiendo y separando o cortando bien la masa con una rasera o paleta de palo (dependiendo del material con que esté fabricada la sartén). Se puede probar algún migajón para comprobar como está de sal o aceite y si es necesario, se añade lo que convenga. Si estuvieran muy resecas se añade un poco de agua.
Al cabo de unos 40 minutos tendremos unas deliciosas y aromáticas migas doradas dispuestas para comer acompañadas de uvas, cerezas, melón, pimientos verdes fritos, bacalao frito, chorizos del pueblo, etc.
Se recomienda acompañar las migas con una buena sangría bien fresquita.

¡¡¡Buen provecho!!!

domingo, 22 de julio de 2012

Queridos amigos:

Acabo de ver que El Banco del Libro de Venezuela recomienda Dos muertos y pico, y ya os podéis imaginar la alegría que me he llevado, y como otras veces he pensado en el paralelismo que para mí hay entre mis hijos de carne y hueso y mis libros, que al fin y al cabo, también son hijos de mis entrañas. Como también soy profesor, en seguida he pensado en lo anchos que nos ponemos todos los padres cuando vamos a hablar con los tutores de nuestros hijos y nos alaban todas sus virtudes. En esos momentos se olvida uno de todas las noches en vela, de todas las regañinas, de toda la santa paciencia que a veces hemos tenido que gastar. Y eso mismo pasa con un libro, apenas alguien nos habla bien de nuestra criaturita de papel y tinta, se nos cae la baba y nos olvidamos de las horas pasadas delante del folio en blanco, de los tachones y más tachones, de las manos temblorosas que rasgan el sobre con la respuesta de las editoriales. Sufrir,... amar, ¡qué hermoso es ser padre!

viernes, 20 de julio de 2012

A menudo me preguntan si Dos muertos y pico tiene un carácter autobiográfico. La verdad es que la vida y el estrato social en que se desenvuelven Dani y sus amigos tienen bastantes paralelismos con mi propia experiencia vital, pero más allá de la anécdota, cabría preguntarse si, en un sentido amplio, no es autobiográfico todo cuanto escribimos. Es decir, aunque un autor escoja el género de la ficción, e incluso traslade a los protagonistas de su relato a una época absolutamente fantástica, incluso aunque los héroes de su historia no sean seres humanos sino entes aborígenes de galaxias desconocidas, ¿es posible escribir sobre algo que esté fuera de nuestra experiencia vital?  Creo que no. De alguna manera, todo cuanto alguien pueda escribir, incluso un ensayo o un artículo periodístico, tendrá siempre algo de autobiográfico porque un autor escribe y describe influido por todo cuanto ha vivido, por todos los conocimientos que lo han formado o deformado, por todas las experiencias que en adelante influirán en su percepción del mundo y de sí mismo.
Creo que todo lo que hemos vivido conforma una especie de prisma a través del cual vemos, creemos y sentimos, y por tanto, en este sentido, todo cuanto escribimos es siempre autobiográfico.